miércoles, 19 de marzo de 2008

El mundo es un pañuelo

Hace unos días, el pasado día 7 de marzo, se celebró en Bali, la festividad de Nyepi, que coincide con su Año Nuevo.
En contra de nuestras celebraciones, dónde todo es jolgorio y cachondeo (o se supone que tiene que ser así) en Bali, es un día de silencio y meditación. No se trabaja. La gente permanece en sus casas. Sin luz, sin radio, sin TV y sin sexo.
En las calles sólo se ve a algún perro vagabundo, algún vehículo de emergencias y a los Pecalangs, una especie de vigilantes que miran porque se cumplan los preceptos del Nyepi. El aeropuerto de Depansar permanece cerrado ese día. En los hoteles de turistas se relaja la celebración del Nyepi (en el interior de los mismos y no en las calles ni en las playas que los rodean).
¿Por qué de esta clase de celebración? Por lo que tengo entendido, se supone que es una forma de control sobre uno mismo y sobre los elementos que nos rodean, una parada en el camino para empezar de nuevo con energías renovadas.

La celebración ya pasó y quizás hubiera sido ese el día para escribir este artículo. Pero hoy lo he recordado al ver las noticias. Porque una de las celebraciones en la víspera del Nyepi (en el llamado Tawur Kesanga) tiene muchas similitudes con una de las fiestas más conocidas de este país y que tiene su día grande hoy: Las Fallas. (Por cierto, felicidades a todos los papás y los Pepes, Pepas y derivados).



Esta noche es la Cremá, la noche en que se queman los monumentos falleros que están en las calles de Valencia. Yo tuve la suerte de presenciarlo allá por 1.983 y me encantó (aunque desarrollé una manía hacia los petardos que aún me dura).
Pues bien, en el Tawur Kesanga, en Bali, hay una tradición, salvando las distancias, muy parecida a las Fallas: los Ogoh-Ogoh.



Los Ogoh-ogoh son unos muñecos hechos de bambú y papel, un tanto grotescos, que representan los malos espíritus que nos rodean. Durante el día de Tawu Kesanga se llevan en una especie de procesión para echarlos de nuestras vidas. Al final del día, se les prende fuego. En las casas, se hacen ruidos para asustar a esos malos espíritus y que huyan (¿será algo similar a las Mascletás?).
Después, llega el día del Nyepi y la meditación.



Siempre me resultaron curiosas estas coincidencias en celebraciones y ritos a lo ancho del mundo. ¿Será cierta la teoría del inconsciente colectivo de Jung y todos bebemos de las mismas fuentes? O quizás este mundo, que parece tan grande y que a veces amedranta un poco, no es más que un patio de vecinos.

4 comentarios:

Oshidori dijo...

El mundo es un pañuelico lleno de mocos, que decía aquél.
¿En Bora-Bora habrá ninots cómo estos? Nooo, que se me olvidaba que son gabachos.
Muchos besicos

Turulato dijo...

Estos días los seguidores de Zoroastro celebran en nuestro Oriente Medio -que no en el Middle East-, o sea en Irán, una fiesta de las hogueras.
Y se parece tanto a nuestras fallas, sanjuanes y demás, que lo de menos son ya las teorías de los estudiosos, sino la estupefacción ante lo que podemos contemplar sobre los orígenes de la Humanidad.

Fran dijo...

Gracias, aún con retraso, por la felicitación y por presentarme a los Ogoh, que en mi vida había oído hablar de ellos.
Disfruta de la Semana Santa.
Besos

Silvia dijo...

Oshi, pues no sé si habrá esos ninots en Bora Bora pero ¿para qué irse tan lejos? Mira que son muchas horas de avión...

Turu, por eso hablaba de un patio de vecinos. Si en el fondo, no somos tan distintos. Sólo que nos empeñamos en berrear más que el vecino y no nos escuchamos.

Fran, de nada. Mi Semana Santa ha estado bien. Estudiando y descansando.

Besos a todos