miércoles, 30 de abril de 2008

Viaje a Almería

Este fin de semana pasado estuve en la provincia de Almería por viaje de trabajo. En teoria, invitados por una mayorista y el patronato de turismo para conocer la región y vender más y mejor. En la práctica, de cachondeo.

Y es que el viaje prometía juerga desde el primer momento. Yo me fui directamente sin dormir pensando que ya dormiría en el autocar. Pero al ver como los dos comerciales de la mayorista llenaban unas neveras con latas de cerveza y refrescos y las subían al bus, me dí cuenta de mi error. Y ya cuando ví que entre mis compañeros estaban uno de los más juerguistas del viaje a San Sebastián, mi compañera de juergas de Oliva, la que me ayudó a cerrar los bares de Santander y la "tú eres una tía de puta madre, te quiero un montón" del viaje a Gijón, supe que dormir iba a ser una utopía.

¡Lo que me pude reír en el viaje de ida! Después de una siesta de media horita y de desayunar algo, empezó el cachondeo. Parecíamos un autocar de chavales de viaje de fin de curso, sólo que la mayoría ya no cumplíamos los treinta. Casi todos ibamos de pie, cantando y bailando, pasándonos las latas de cerveza o los cachis con calimocho y riéndonos a carcajadas.

Al llegar al hotel, un chapuzón en la piscina, una ducha rápida y a comer, para por la tarde, irnos a la playa. Un chapuzón en el mar como Dios manda y un buen paseo por la playa para bajar la comida. Y para rematar, una sesión de SPA. ¡Qué estresante es mi trabajo a veces!.

Por la noche, después de una cena llena de risas, a la discoteca en nuestro "disco-bus". Los andaluces que se incorporaron en destino se quedaron en un primer momento sorprendidos al vernos bailar en los pasillos, pero pronto se unieron a la juerga. Al son de Fórmula V y los Bravos (que era la música que tenía el conductor) desembarcamos en la discoteca ante la mirada sorprendida de los dos porteros.
Entre pitos y flautas, llegué a las tantas al hotel y con solo una horita de sueño y unas cuántas agujetas, de excursión.

Yo salí recién duchada y con la ropa limpia del hotel. Así quedaron mis zapatillas después de la mañana.


Nos llevaron a hacer una ruta de espeleología a las Cuevas de Sorbas. Al principio, dado mi estado de forma física y mis rodillas, que parecen las maracas de Machín, me dió reparo hacerlo, pero luego me lo pasé como los indios. Trepé, salté, me mojé, me dí coscorrones, me arrastré por el suelo, pero me gustó la experiencia. Eso sí, al día siguiente, entre la sobrecarga muscular, las agujetas y los cardenales (fruto también de nuestro disco-bus) andaba como las muñecas de Famosa.

Más tarde, visita a una almazara, con cata de aceites, en un olivar en pleno desierto de Tabernes, antes de irnos a comer y visitar un parque temático dónde se rodaban películas del Oeste. Por la noche, después de una cena exquisita y unas cuántas copas de vino, más juerga.

La mañana del domingo continuamos con el trajín y por la tarde, de regreso a Madrid,
¡por fin! pude dormir algo más de una hora.

Todo esto ha sido la cara más amable del viaje y la que acabaré recordando, pero ha habido sus caras menos agradables.

El ver como en una zona dónde no sobra el agua precisamente, hay un enorme campo de golf. Que no es el campo de golf, que se riega con aguas recicladas, sino las urbanizaciones que lo rodean y el gasto que generan.

La informalidad y la impuntualidad de algunos que ha trastocado todo el programa, algo que me parece una falta de respeto hacia el resto. Si a ellos les gusta dormir, a mí, aunque no lo parezca, también. Y si no eres capaz de irte de juerga y cumplir tu trabajo, pues no te vayas de juerga.

Esa manía de criticar a otros con saña para autoafirmarse que tienen algunas personas, que me pone de muy mal café y por la que acabo discutiendo casi siempre, metida en mi faceta de abogada de pleitos pobres.

Y ha habido ocasiones en este viaje, en las que me he sentido una especie de "mono de feria". Me han tenido frita todo el fin de semana con el tema de las comidas. Y todo porque en la comida acerté con algunos platos antes de que nos los sirvieran y se debieron pensar que era una gourmet o algo así y me asaetaban a preguntas. Llegó un momento que parecían estar deseando que fallara en alguna para señalar con el dedo de señalar.

Pero bueno, ha sido un buen fin de semana, del que aún me estoy recuperando (cosas de la edad, ya se sabe) y en el que he podido recargar pilas.

9 comentarios:

Poledra dijo...

Tu quédate con lo bueno.

Oye, hija, a veces tu trabajo es bien ameno. :-)

Un abrazo!

Fran dijo...

Tanta juerga no puede ser buena. Y más, si yo me la pierdo...
Como dice Poledra, quédate con lo bueno.

Y respecto a lo de ser gourmet, no sé si lo serás o no, pero tengo claro que entiendes de cocina bastante más que la media y que por eso, tienes el paladar más entrenado que otros. Lo de señalar, suele ser propio de personas miedosas a que se conozcan sus carencias, así que no te preocupes.

Un abrazo!

SOMMER dijo...

Carajo Silvia, ¿no hay un puesto para mi en tu empresa?

Besos

Anónimo dijo...

Vaya... se me adelantó Sommer...

Quédate con lo buenos momentos, son más fáciles de recordar.

Besos

Blas de Lezo dijo...

No tengo palabras, me parece que tienes un trabajo que no se el objetivo final que pretende, ¡¡¡pero el proceso de ejecución es cojonudo!!!

En fin espero que no tengas una mutua muy exigente no sea que te detecten como enfermedad profesional colesterol, etc.

¡¡¡Enhorabuena!!!

Blas

Silvia dijo...

Para todos, sí esto es lo bueno de mi trabajo. Luego están las jornadas maratonianas, el overbooking, las cancelaciones de vuelos, las impertinencias de algunos maleducados...Pero bueno, mi trabajo me sigue gustando mucho y cada día aprendo un poquito más.

Poledra, ya me quedo. Como de casi todo en la vida.

Fran, cuando vea mis lorcillas me diré que al menos tengo el paladar entrenado jajaja. Por cierto, que te esperamos la semana que viene para entrenarlo un poquito con un buen bacalao.

Sommer, Lúcida, mejor que por trabajo, viajad por placer.

Blas, bienvenido. Si yo todo esto lo hago por informar mejor a mis clientes, no porque me guste el cachondeo jajaja.
"Silvia, ¿qué tal la marcha en Mojácar?. Pues mira, hay una discoteca que..."

La mutua conmigo tiene que estar feliz, feliz que no me he cogido ni una triste baja. Desde que soy autónoma, gozo de un salud envidiable. O al menos, lo aparento.

Besos para todos

Vitore dijo...

Y otra de las cosas guays de tu trabajo es lo de la atención al cliente "IMSERSIANO", jeje. ;P

Oshidori dijo...

Bueno... las zapatillas estaban bien anudadas.
Mil besicos

Silvia dijo...

Vito, si mis abuelillos son en la mayoría más majos que las pesetas...Eso sí, el que es impertinente o estúpido, lo es con avaricia.

Oshi, las zapatillas casi se quedan tiesas con tanto barro y tanta mierda.

Besos