martes, 23 de septiembre de 2008

Un martes cualquiera...

Me he tomado un descansillo en la lectura para escribir sobre este día.

Esta mañana, mientras me terminaba de preparar para ir a la oficina, escuchaba en Espejo público como debatían sobre esta noticia.

La verdad es que cada día entiendo menos al ser humano. ¿Vendré de otro planeta? (¡¡Me pido Cúlpito!!)
Una amiga, está con su pareja porque ésta le debe dinero y quiere recuperarlo; otro, aguanta a su novia (y los cuernos que le pone) para poder pagar la hipoteca a 30 años que tiene encima y ahora esto.
¿Tan poco importantes son los motivos para romper su relación para que el dinero lo frene? ¿O es que se rindieron demasiado pronto y antes de enfrentarse a los compromisos, tiraron por la calle de en medio?
No hay mucha relación, pero mientras caminaba hacia la oficina, pensando en esto, me acordé de una frase de Ortega y Gasset (que además empleó Ruiz-Gallardón hace poco):
La lealtad es la distancia más corta entre dos corazones.
¿Será que la lealtad ya no es hacia las personas sino hacia las posesiones? ¡Qué triste...!

Más tarde, en una escapadita al bar para tomar un té y calmar al alien, me encontré con María, una de mis profesoras de mi antiguo instituto con la que mantengo una muy buena relación. Y no sé como, supongo que por ese aprecio que siento hacia ella, me ha convencido para dar una charla a sus alumnos de 4º de la E.S.O. sobre mi profesión (invitará a otros ex-compañeros para que hagan lo propio con las suyas más adelante, pero inicio el ciclo). Le comentaba mi temor sobre que contarles a los chavales, pues me parece bastante responsabilidad. ¿Y qué les cuento? ¿Qué dejé los estudios en su momento y que los he retomado en la treintena? ¿Quién soy yo para orientar a nadie si hay pocas cosas que tengo claras?
No sé, ya veremos en qué acaba todo eso mañana (me ha dado poco tiempo para que no pueda arrepentirme).

El resto del día ha transcurrido tranquilo, mientras le daba vueltas a lo que diré mañana y atendiendo a mis abuelillos. La mayoría son un encanto y como estaba sola en el trabajo, pues se quedaban un ratito a darme charla y ejerzo un poco de confesora, psicóloga y por supuesto, agente de viajes.

En fin, ha sido un buen día y creo que me he ganado dormir como un bebé (o al menos, intentarlo). Aunque primero me voy otro ratito a Gandesa y a la batalla del Ebro...

2 comentarios:

Fran dijo...

¿De Cúlpito? ¿Para practicar el ceso? No sabes tú ni nada...
No había leído nunca la frase de Gasset y no me sorprende que te guste, leal amiga. Respecto a la noticia, nuestra reacción es muy parecida. Incomprensión primero, tristeza algo más tarde.

En la charla, háblales como lo has hecho conmigo en alguno de nuestros botellones. Con tranquilidad y sentido común. Y un matiz, tienes bastantes cosas claras, lo que no tienes tan claro es tu percepción sobre ti misma. A ver si limpias las gafas cuando te mires...

¡Qué cosas más serias lees! Yo que estoy leyendo las aventuras del bueno de Pomponio Flato y tú sobre la Guerra Civil.

Un abrazo

Turulato dijo...

..tienes bastantes cosas claras, lo que no tienes tan claro es tu percepción sobre ti misma. A ver si limpias las gafas cuando te mires..
¡Cuanto sabe!. Pero bueno, a lo nuestro. Sobre la primera parte del artículo, lo único que se me ocurre -por decir algo- es que a lo mejor así algunos se dan cuenta de que en la vida no tiene que salir todo bien y que parte del éxito es saber convivir con el fracaso; y poquito a poco, digerida su frustración -la del bote pronto-, vuelven a descubrir que se quieren.
Aunque muchos confirmarán que de lo único que tenían ganas es de estar en sociedad.

Y sobre la charla.. ¡Es sencillísimo!. Háblales de ti, con el corazón. Siempre enamora la verdad.