Disfrutando del fin de semana
El viernes reinauguraron un bar en mi barrio.
Hace años, era un bar de raciones que frecuentaba mucho, hasta que los anteriores dueños empezaron a escatimar con las raciones, a realizar prácticas comerciales que a mí no me gustaban ni un pelo y a aumentar los precios. Ahora lo ha cogido un conocido de mi padre, gallego, que pretende traer productos directamente de Galicia y ofrecernos muestras de la cocina de su tierra.
El viernes, al salir de la oficina, me acerqué al bar a tomar algo. Había música en vivo (rancheras, boleros y similares) y un ambiente bastante divertido. Además, me encontré con unos clientes y acabé con las mejillas sonrosadas, la sonrisilla perenne en la cara (con sólo dos vinos. Quién me ha visto y quién me ve) y coreando boleros y rancheras. Ah y empachada. Porque aunque yo sólo me centré en las cosas más sanas (mejillones al vapor, navajas a la plancha y similares) no dejaban de traer platos de aperitivos a la mesa.
Ayer quedé con una amiga. Quería que fuera algo en plan tranqui, pero le comenté lo del bar y quiso probarlo. Varias horas después, acabé tomándome una taciña de queimada (invitada por otros clientes) y con el mismo empacho a base de moluscos y mariscos.
Hoy mi madre, al levantarse, comentó que nos invitaba a tomar un lacón con grelos en el bar. Pero al llegar, el dueño se disculpó diciéndonos que había tenido más clientela de lo esperado (buena y abundante comida y buen precio garantizan éxito en estos lares) y que no le quedaba mucho que ofrecer, pero que confiarámos en él. Y así hicimos. Tanto nosotros como otros clientes (los mismos que también estaban el viernes).
Mientras esperábamos, nos han ofrecido una buena ración de tomate natural con matrimonios (un boquerón en vinagre y una anchoa en salazón) que estaban deliciosos (y que es algo que me encanta).
Después, mis progenitores han tirado a por los productos de la tierra (una ternera a la piedra deliciosa) y yo me he decantado, otra vez, por los productos del mar liándome mano a mano con unas almejas a la marinera (a la gallega, con pimentón picante).
En los cafés y entre risas, nos hemos juntado con la mesa de al lado y el dueño nos ha ofrecido unos orujos de hierbas caseros (yo sólo me mojé los labios).
Yo me he subido a casa, pues quería estudiar un rato, pero ahí les dejé a todos esperando a que empezara el Madrid - Barça.
La verdad es que los nuevos dueños son muy agradables, currantes y espero que les vaya estupendamente. A mí, con las almejas y los mejillones, me han ganado como cliente (y con la promesa de hacerme una empanada de zamburiñas y en verano, una de xoubas)
3 comentarios:
¡¡Me apunto cuando vaya!! Y me alegra saber que lo pasaste bien y que procuraste controlar para seguir la dieta.
¿Sigues sin móvil?
¡Redios!
Fran, sí sigo.
Sabes que lo de tomar un chisme ahí o dos (o tres) está hecho. Y la invitación es extensible a ti, Turulato.
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