miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ultramarinos

Me encantan esas tiendas de ultramarinos de toda la vida. Las del mostrador de madera y mármol, en las que conviven conservas o bebidas con embutidos u otros productos frescos. Como también me gustan las fruterías pequeñas, en las que la fruta no acaba toda sobada por cada cliente.

En Burgos, como bien he podido comprobar estos días, aún sobreviven esas pequeñas tiendas. Aunque no todas se dedican a los productos gourmet, como tienden a hacer para sobrevivir. No tendrán la variedad que hay en una gran superficie, pero cuando le pregunto acerca de la carne de pimiento choricero, el dependiente no me mira como si acabara de aterrizar de Marte.

El lunes estuve en una de esas tiendas. Nada más entrar, se me abrió el apetito al oler tan bien a embutido del bueno (salvo cecina y poco más, llevo mucho tiempo sin comer embutido). Mientras esperaba mi turno, iba mirando los productos que había en la tienda, embriagándome con los olores y además de la cecina, mi compra original, alguna cosa más cayó.

Mis abuelas (las dos) siempre me regañaban cuando me gastaba el dinero y les llevaba algo de esas tiendas, algún capricho que sé que les gustaba. Las dos decían Deja de gastarte el dinero en otros y piensa más en ti. Consejo que ignoraba porque la expresión de la cara, al abrir un paquete con algo que les gustaba, merece la pena (aunque luego no tuviera para salir y me quedara en casa).
Además, con ambas, pero sobre todo con mi abuela Socorro, era especial. Porque a pesar de sus circunstancias vitales, tenían una mente muy abierta y siempre probaban los experimentos que traía.

No sé que me pasa últimamente, pero algo tan tonto como una tienda, abre la caja de Pandora de los recuerdos.

8 comentarios:

Fran dijo...

¿Cómo puedes haber dejado cosas tan ricas como el chorizo o el morcón? Mira que no sabes lo que te pierdes...
¿Y qué más cosas compraste? Hay cerca de aquí una tienda así y estoy solo y pensaba hacerme un bocata, a ver si me das una idea...

P.S: Me adhiero al consejo de tus abuelas, que muchas veces mimas a quién no se lo merece y eres demasiado generosa.

Silvia dijo...

Fran, es que no me apetece comer ni chorizo ni salchichón ni morcón. Puedo comer un poco de morcilla de Burgos o de lomo, pero últimamente prefiero la cecina de vaca o el jamón ibérico y con reservas, pues me echa para atrás la grasa.

Yo me compré bacalao ahumado, mojama de atún, bonito del norte frito en escabeche y huevas de maruca. Todo del mar, salvo la cecina de vaca.
Sugerencias: un bocata de anchoas con tomate o con queso manchego. O uno de bonito del norte o caballa con pimientos morrones. O una tortilla francesa de bonito.
¡Qué hambre me está entrando!

Turulato dijo...

Me críe en una tienda así. Olores, colores, sabores,... ¡Inolvidables sensaciones de la vida!. Y como parece que hay que darle ideas al Capitán, ¿qué te parece un bocadillo de anchoas de mi pueblo con pimiento del piquillo? (Recomendaría escurrir bien el aceite de ambos). Aunque sobre gustos..., la cecina, de burro; y leonesa.

Silvia dijo...

Yo quiero probar la de burro, pero no la encuentro por ningún lado. Como ahora están protegidos...

A ver, Fran, sácanos de dudas y dinos si aceptaste alguna de nuestras sugerencias.

Turulato dijo...

Vuelvo por la mañana.. ¡Y es que este artículo me suliveya!. Como sigo la estela de nuestra DJ, probaría la tortilla italiana en bocadillo; eso si, con pan blanco muy tierno -bombón ligeramente salado-. Y cambiando el queso italiano por uno español suave, como el de nata santanderino. Poca hecha, por supuesto.

Silvia dijo...

Tortilla con queso cántabro...Con pan de brioche ligeramente tostado. El huevo moja el pan y se mezcla todo con los hilos de queso cuasi fundidos.
¡¡Joer, qué hambre!! Que no he desayunado aún...

Fran dijo...

Pues me hice un bocata de anchoas del pueblo de Turulato con tomate. Acompañado por una lata de cerveza.
Como me quedé con hambre, metí mano a una morcilla de calabaza. Y de postre, un cuerno de chocolate con un café.
Pena que no pude dormir siesta.

Fran dijo...

¿Sabéis que os he imaginado a los dos cuán Hommer Simpson babeando mientras pensábais en la tortilla?
Os parecéis un huevo en ciertas cosas.