martes, 6 de noviembre de 2007

(n+2) ida de olla


Al abrir hace un momento la revista del Círculo de Lectores que me han dejado esta mañana, me encontré por casualidad propaganda de un libro sobre los cátaros. Casualidad porque este fin de semana, me he terminado el libro "La sangre de los inocentes" de Julia Navarro, que precisamente comienza con el asedio a Montségur y porque no ha mucho, tuve una conversación en la que aparecieron.

No sé cuando tuve una primera referencia sobre los cátaros. Supongo que en alguno de esos libros pseudohistóricos que tratan sobre el Temple, en los que se enlaza al Temple con los cátaros, con sociedades secretas como el priorato de Sión, con tesoros, con el Grial, con Alamut y el Viejo de la Montaña y no sé con cuántas cosas más en un gran batiburrillo esotérico.

En esa conversación a la que hacía referencia, charlábamos varias personas sobre la publicación del Folio de Chinon y una conocida me dió una lección de "historia".
Me repetió una por una todas las tesis que aparecen en El Código da Vinci, que a su vez, son una copia novelada de "El enigma sagrado".

Tanta explicación esotérica, como base para una novela, vale. ¿Pero como historia? La historia es ciencia y necesita apoyarse en pruebas, no en especulaciones cogidas con alfileres. Quizás yo soy muy simple o me falta aún mucho por estudiar, pero creo que la desaparición de los cátaros primero y del Temple después, obedece a motivos más mundanos como la ambición, el dinero o el poder.

Hubo algo en esa conversación que me fastidió y me preocupó por partes iguales. En un momento dado, reconocí que creía en Dios y que no podía demostrar su existencia científicamente. Mi "profesora" me miró de arriba a abajo, con aires de superioridad. Despectivamente, me dijo algo así como "Tú no vales para hablar de ciertos temas, eres una vendida de la Iglesia Católica". Yo me reí por no mandarla a hacer puñetas y solté alguna gracia.
Pero me asustó. No porque cuestionen mi juicio, que yo soy la primera que lo hace. Sino porque últimamente, me encuentro demasiado radicalismo oculto tras posturas supuestamente progresistas y tolerantes.

3 comentarios:

Turulato dijo...

"Castilla miserable,
ayer dominadora
envuelta en sus andrajos,
desprecia cuanto ignora"
¿Cantó don Antonio Machado a Castilla o se refería a la mentalidad de ciertas gentes, que asustadas ante la grandeza de la Vida escenifican una digerible para su consumo?

Anónimo dijo...

¿Tú no puedes hablar de fútbol? ¿O del Gran Hermano? O de lo que narices hable ahora la mayoría de la gente...
Tú ahí, metiendo el dedito...
¿Quién es el querubín, juasjuasjuas, que me va a dejar el libro de Navarro?

Silvia dijo...

Turulato, lo malo no es que los asustadizos y los ignorantes sean legión. Lo malo es que a la mayoría le gusta seguir siéndolo.

Fran, esos temas no me interesan mucho, salvo el fútbol que me hace ganar mojitos.
Por cierto, te informo de que los querubines son guardianes de Dios, como el que plantó en la puerta del Paraíso para que no volviera el hombre. El de la espada flamígera. Así, que graciosillo, a ver si te vas a comer un espadazo :-p
Ven a por el libro cuando quieras.

Besos