jueves, 26 de noviembre de 2009

Cabreo

Al empezar el día, prometía ser un gran día. Debe ser que el destino no es alguien de palabra o que mi intuición es la de una zarigüeya.

Acabo de regresar de comisaría de presentar una denuncia por hurto. Abundan los robos al descuido y esta mañana me ha tocado a mí. Además de la pérdida de lo robado, me he llevado un precioso golpe en la cadera que aún me duele. Como me duele el amor propio. Pasada el disgusto inicial y después de cancelar un talonario de cheques que se han llevado (entre otras cosas) he comenzado con los papeleos.

Primer asunto: llamada a la policía. La persona que me atiende, muy amablemente, me dice que tengo que ir a una comisaría a presentar una denuncia. Al preguntarle si lo puedo hacer por teléfono me dice que mejor que vaya allí, ya que los ladrones, tal y como le he dicho, han toqueteado cosas y pueden mandarme a la científica para que compruebe huellas. Yo que soy muy obediente, cierro la oficina y me voy a comisaría.

Ahí comienza el "chiste".
- Buenas tardes, vengo a poner una denuncia por robo (y le explico brevemente al policía de la puerta lo que me ha pasado)
- Pues mire, pase a esa cabina y en el teléfono marque A para presentar la denuncia.
O sea, que no puedo hacer la denuncia por teléfono y según llego a comisaría, lo hago desde allí. Ha habido un momento "gracioso" cuando le he deletreado fonéticamente el nombre de mi empresa al agente que me ha atendido y se ha oído el silencio al otro lado de la línea, cómo si se dijera ¡Dios, qué nombre más raro ese de India-November-Tango...!

Una vez tramitada la denuncia por teléfono, me dicen que tengo que esperar a que me llamen, pasar y firmarla. Bueno, será ahí dónde me dicen lo de la científica...
Después de una larga espera, entreteniéndome con los sudokus del móvil, paso a firmar la denuncia. Vuelvo a decir lo de las huellas, a decirle que esas personas han venido en otra ocasión acompañadas de una tercera (cuyos datos tengo) y me dicen que no, que en los folletos no se quedan (tengo uno de los folletos en la mano, pues para no quedarse se notan un montón en el papel este satinado...) y que me van a enseñar unas fotos a ver si reconozco a los ladrones.

Vuelvo a la sala de espera que lleva con las mismas manchas en la pared de hace casi cinco años (cuando fui a denunciar el atraco a mano armada). Y más sudokus mientras espero. Me suben arriba a ver fotos de delincuentes.
No veo a los que me han robado, pero reconozco unas cuántas caras de personas que han pasado por la oficina (mientras escribo ésto, uno de los que he visto en el cuaderno por un delito de robo con violencia se acaba de ir). Y como hace cuatro años, me vuelvo a preguntar que se necesita para adquirir un arma de fuego o si son legales las pistolas eléctricas. Porque jode mucho matarse a trabajar, para que llegue cualquier hijo de p... y tire todos tus esfuerzos por la borda.

Segundo asunto: el seguro. A veces pienso que de honrada soy gilipollas. Ellos dicen que es un hurto y que no pagan y yo les digo que si uno de ellos no se hubiera chocado intencionadamente conmigo (y yo no me hubiera golpeado la cadera) no me habría despistado. Y que han ejercido violencia sobre mí. Les he enviado la denuncia, a ver que me dicen.
Cuando el atraco a mano armada, una de las señoritas que me atendió por teléfono de la anterior aseguradora no quería entender que, aunque no hayan forzado la caja fuerte y yo haya entregado "voluntariamente" el dinero hay violencia si te apuntan con una pistola en la cabeza. Ya en ese momento, un colega policía, totalmente off the record, me dijo que lo mejor era exagerar (=mentir) porque los seguros se agarran a un clavo ardiendo para no pagar.

Ahora estoy de vuelta en la oficina, retomando mi rutina pero estoy cabreada y me cuesta. Tengo la sensación de que ese Estado que debería protegerme a mí (que hago las cosas como se deben y pago religiosamente) protege a los delincuentes, mientras que a mí me deja con el culo al aire (sensación acrecentada desde que soy autónoma).

En fin, este desahogo es algo inútil, pues nada soluciona. Me vuelvo a dejarme los cuernos para salir adelante.

5 comentarios:

Fran dijo...

Aparte del cabreo, ¿estás bien?
Te llamo por teléfono y hablamos si no tienes mucho jaleo.

Turulato dijo...

Eso. Espero que estés bien, físicamente. Lo otro, nada que decir que no haya dicho y sepas. Pero no para ti o para mí, sino por si cae por aquí alguien que no lo entienda...

La democracia es el régimen más frágil que existe, precisamente porque es el que otorga más libertades a las personas. En consecuencia, la democracia precisa y exige para subsistir que se la defienda con extremo rigor, pues se corre el riesgo en caso contrario que de democracia solo tenga el nombre.

¿Cómo se defiende un régimen democrático?. De una manera sencillísima: Con una exigencia fortísima del cumplimiento exacto de las leyes, única garantía de los débiles y defensa de los ciudadanos.

¿Y qué es dicha exigencia fortísima?. Simple. La aplicación inmediata y sin contemplaciones del castigo legal a quien suspire no más contra el derecho de otro o contra la Norma.

¿Y qué es la aplicación sin contemplaciones? -pues lo de inmediata es ocioso explicarlo-: Pues aquella acción que deje tal pavor en el infractor que sus descendientes lo recuerden durante generaciones. Y el resto de la Sociedad, igual.

¿Qué bestia?. Decírselo a las mujeres asesinadas; o a la niña que acaba de ser violada y quemada viva ayer. Si tenéis ovarios/cojones y caradura...

Termino. Una de las características de un Estado en la doctrina comparada es que debe mantener para si el monopolio de la fuerza. O lo que es lo mismo, del Poder. En esta España de hoy donde se cachondean del Estado las autonomías y los partidos políticos, y del Derecho sus infractores, solo queda un destino: Desaparecer en la nada de la Historia.

Otro, sería espantoso.

Silvia dijo...

Sí, estoy bien. Gracias. El cabreo creo que no se me va a curar en la vida, pero bueno...

Estoy más que cansada de pertenecer siempre al bando de los jodidos por creer que las cosas hay que hacerlas bien. Como este país se ha convertido en un país de jodedores o jodidos (y recuerdo, Turulato, que así te referiste en una ocasión a los EEUU) al menos que me den la opción de defenderme a los míos, lo mío y a mí misma. Ya que el Poder se dedica a soplapolladas varias.

(Hoy iba a escribir sobre la famosa editorial conjunta de los periódicos catalanes pero destilaría demasiada bilis y no es bueno).

Turulato dijo...

Si, pero no. En los Estados sus habitantes suelen explicar que el suyo es un país de jodedores o de jodidos, no un país de caridad; pero no se refieren al daño que se hace a los demás, sino a las aptitudes de cada uno para resolver cosas.
Si sirves, bien y si no, a la calle; sin compasión. Sería otra manera de decirlo.

Silvia dijo...

Gracias por la aclaración.
Tu último párrafo, se podría aplicar a nuestros políticos (fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos). Pero va a ser demasiado pedir...