martes, 10 de noviembre de 2009

A cada cerdo le llega su San Martín

Hace un momento, estaba en el bar tomándome un té. El día está gris y yo estoy triste, así que me distraigo contemplando el paisanaje.

Señoras que van de un lado a otro haciendo la compra, dos jubilados hablan frente al bar, arreglando el país; el chico del Top Manta habla con el vigilante jurado del DIA. Dos de mis jubiladas que se me acercan a preguntar como va su lista de espera del IMSERSO (A ver si se enteran, que es muy simple. Delante del ordenador = trabajo; con la boca llena de té y el periódico abierto a mi lado = no trabajo).
La brisa, además de fresco, me trae el sonido de percusión africana que llega del bloque de enfrente. Junto a la zapatería, una gitana con un carro de la compra. Lleno de cosméticos y perfumes robados que le ofrece a las señoras que se le acercan. A mí ni se le ocurre. Entre nosotras lo único que se cruzan son miradas de desprecio y de resquemor mal disimulado. Creo que no le sentó muy bien que rechazara su ofrecimiento llamándola ladrona y mirándola con desprecio.

Estoy disfrutando de mi té cuando les veo acercarse. Un matrimonio al que "adoro". Hace tiempo vinieron a mi oficina de muy malos modos, para la cancelación de un viaje de unas sobrinas que incurría en gastos. Intentaron apabullarme con un "somos funcionarios y conocemos el entramado legal" (si me hubieran dicho, somos de la Camorra me habrían acojonado, pero con eso...) y cuando vieron que no lo lograban, recurrieron al insulto. Por suerte para las sobrinas, vinieron dos días más tarde sus padres, mucho más racionales y educados. Si hubiera sido por sus tíos y dado que tenía la razón y la legalidad de mi parte, no habría movido ni un solo dedo por ayudarles. Pero si se me piden las cosas de buenas maneras, como hicieron los padres (que siguen siendo mis clientes), me muevo.

Así que cuando los he visto, garantes de la honestidad y la legalidad, comprando a la gitana, he sonreído. Porque hay días que el destino, Dios o quién sea, se confabula para que te salga algo bien. Aprovechando que me pillaba camino de la oficina, he pasado por su lado.

"Buenos días, señores ladrones"

¡Qué a gusto me he quedado después de decir eso!. Sé que no está bien, que la venganza no es buena, pero es que de este par tuve que aguantar unas cuántas invectivas del todo injustas, que me dolieron en su momento. Y sé, por lo hablado con otros comerciantes del barrio, que no he sido la única a la que han tratado así.

Al llegar a la oficina, he comprobado que mañana es San Martín. Y recordé el dicho que da título a este artículo.
Desde mi experiencia, yo he pagado una por una, tarde o temprano, todas aquellas cosas que he líado o he hecho mal en mi vida. He tenido demasiados Sanmartines.

Desearía que con las recompensas, sobre todo para aquellos a los que quiero, sucediera lo mismo. Pero nadie ha dicho que la vida tenga que ser justa.

3 comentarios:

Fran dijo...

Yo no soy amigo de venganzas o revanchas, pero si eso te ha animado un poco el día...
¿Por qué estás triste?

Turulato dijo...

Y no veas en que parte de la administración trabaja gente que dice de buenas a primeras: Esto; sin factura. España tiene una legislación abrumadora, que contiene una cantidad gigantesca de normas. Y es que aquí todo se soluciona promulgando una norma. Luego no la cumple ni El Peludo. Pero eso es otra historia...
Así que ya puestos, podríamos copiar la Guardia di Finanza italiana. Así tendríamos:Miñones, Ertzainas, Forales, Mozos de Escuadra, Policías Nacionales, Guardias Civiles, Locales, Adscritos a la autonomía ...
Es lo adecuado a 1 Congreso, 1 Senado, 19 Cámaras Autonómicas, 20 gobiernos, ....
Así, queridos míos, entenderéis que hay que afanar de donde cada uno pueda, que España es pobre, hay poco a repartir y mucha boca hambrienta.

Silvia dijo...

Perdón por la grosería Turulato, que además sé que no es literal el sentido de tus palabras, pero a tu último párrafo ¡Y unos cojones!.

Estoy hasta las mísmisimas narices de aguantar mamoneos. De oír quejas y malas palabras hacia los autónomos y empresarios (que como en todas partes, los habrá malos) cuando la mayoría de los que conozco se mata a trabajar para sacar sus negocios y familias adelante, sorteando zancadilla tras zancadilla.
De ver como personas que siempre han vivido del cuento y no han cotizado nunca, porque se vive mejor del negro, tendrán más pensión que mi madre que lleva años pagando religiosamente todos los meses. O como el padre de un amigo tuvo que estar trabajando con cáncer para poder salir adelante.
Veo todos los días una cantidad enorme de Audis y Mercedes, propiedad de gente que supuestamente está en el paro. O que cobra en negro.

Hay días que siento ganas de coger la escopeta y liarme a tiros en la carrera de San Jerónimo. Pero como dices, luego tendría que irme a la Asamblea de Madrid.
Aunque, ¿a quién quiero engañar? No iba a tener suficientes cartuchos, porque los responsables somos todos, cada una de las personas que me rodean, yo incluida.